Hola, hace un tiempo ya que no publicabamos y ya era hora de que reciban noticias de nuestro blog. Hace unos días me llegó vía Facebook un texto escrito por Jaime Andres Castro. Con motivo del cumpleaños de su hermana María, cuenta su historia y abre de forma magistral el debate sobre por qué nuestro deporte no crece en la forma que debería. ¿Donde están los windsurfistas nuevos?
En el post de hoy quiero simplemente, luego de pedir la autorización debida al autor, compartir con vosotros el texto integro que Jaime ha escrito.
Ayer y hoy
Entre estas dos fotos han pasado 34 años. En una estoy dando mis primeros bordos en una windsurfer, después de pasar un par de días convencido de que a ese invento le faltaba algo, que era imposible que funcionara, y ahí por fin iba y volvía a donde quisiera. La Caleta se me hizo pequeña, podía ir desde la playa hasta el faro, asomarme a la Alameda, y volver esquivando los botes fondeados.
Mientras yo andaba en esas, en una habitación del Hospital de Mora nacía mi hermana María Andrés. Esta foto se hizo desde esa misma habitación. La segunda foto es de María, 34 años después navegando en Maui.
No sabría calcular cuántas millas hemos navegado juntos, cuánto hemos disfrutado en familia de este invento. En esos 34 años hemos navegado en todas las formas de windsurf que han ido apareciendo y desapareciendo, y no me atrevería a decir en cual de ellas me he divertido más.
Estas fotos y este más de un tercio de siglo de windsurf me sirven para hacer unas reflexiones sobre este deporte. He tenido la suerte de vivirlo en todas sus facetas. La iniciación, la diversión familiar, la alta competición, los entrenamientos, la fabricación y el desarrollo de tablas y velas, las tiendas, importadores, fabricantes, escuelas, centros de alto rendimiento.
Y hace años que he llegado a una conclusión: este deporte dejó de ganar adeptos a finales de los 80 o principios de los 90, porque la industria que lo mueve sigue trabajando para los mismos clientes.
No hay windsurfistas nuevos,
o al menos, no hay apellidos nuevos. Nadie se inicia en esto si no es por influencia familiar. El windsurf que se vende desde hace muchos años es el de Hookipa, no el de La Caleta. Pero a Hookipa solo llega el 0.01% del que alguna vez se monta en una tabla.
Se han olvidado vender la diversión del windsurf sin tener que ser un superheroe. Ya no es windsurf si no es extremo, si no hay al menos 25 nudos y olas como mástiles.
Solo hay que mirar los catálogos, ¿cuántas páginas dedicadas a vender material para un nivel que nadie tiene? ¿cuánta gente diciendo que es un deporte carísimo porque se compran un material que no necesitan y que ni siquiera saben usar? ¿cuánta gente que no se inicia en ésto porque sabe que va a necesitar?. En el mejor de los casos, 5 o 6 años para poder hacer algo parecido a lo que sale en la foto del catálogo. ¿Por qué se ha olvidado la diversión del windsurf con condiciones más fáciles?
En los 80´s las playas estaban llenas de tablas,
cientos de ellas, porque se navegaba con condiciones fáciles, se navegaba cada día, con lo que hubiera. Había tiendas por todas partes, y se vendían tablas para navegar así. Ahora no se fabrican esas tablas, y alguno dirá: “es que ha evolucionado”.
Yo más bien diría que al windsurf hace 20 años que le han amputado las piernas, ha perdido la base. No hay forma de encontrar tablas adecuadas para poder navegar todos los días. Las tiendas no las tienen, siguen con sus clientes de los 80´s y 90´s, que en su día evolucionaron a lo que les obligó el mercado.
Los que no evolucionaron (por forma física, disponibilidad de tiempo, o cualquier otro motivo) abandonaron el windsurf. Probaron con el kite, el SUP, o cualquier otra alternativa. Alguno dirá: “si que se fabrican tablas de escuela”. Pues si, pero en ninguna tienda se anima a nadie a comprar eso. “Eso haces un cursillito y si se te da bien, ya te compras una tabla sin orza, con pocos litros y unas velitas de olas”. Así los animan a gastarse un pastón y desengañarse en apenas unos meses, engordando los foros de segunda mano, y saturando garajes y trasteros de objetos caros e inservibles.
Siempre los mismos
Cada día me sorprende más ver las playas vacías de velas con vientos de entre 6 y 15 nudos. No sabemos lo que nos estamos perdiendo. Ahora parece que va a venir el foil a poner un parche, pero ¿existe algún usuario potencial del foil que no sea ya un usuario avanzado de windsurf?. No hacemos más que mover a los mismos de un sitio a otro, del raceboard a la fómula, del slalom a las olas…, y ahora, todos al foil. Pero siempre somos los mismos, cada vez con más juguetes y cada vez más caros.
Creo que es urgente volver a las raíces, al deporte de playa simple y fácil. El que nunca se termina de aprender, pero se disfruta desde el primer día. Hacer excursiones, montar la vela por la mañana y desaparejar por la noche sin temor a que el sol nos rompa el mástil.
Me resulta muy curioso el auge de las excursiones en SUP, y siempre me pregunto, ¿por qué no en windsurf?. La respuesta aparece rápido: ya no existen tablas para eso, se las cargó la industria y el mercado del windsurf. Y es curioso como cada vez hay más demanda de tablas viejas, duras y con orza. Tablas que han sobrevivido más de 20 años tiradas en un trastero o una azotea, y que ahora vuelven al mar. Recuperemos todas las que podamos, disfrutemos de un windsurf fácil, de verano.
Llenemos de nuevo nuestras playas de velas. Disfrutemos nuestras costas, y demostremos a la industria del windsurf que las tablas baratas, duras y fáciles son vendibles. Son necesarias para fomentar este deporte, y que en muy poco tiempo van a mejorar las ventas de las de gamas superiores.
Y las competis?
En cuanto a las competiciones, ha ocurrido lo mismo, si no estás a un nivel estratosférico y dispuesto a jugarte la vida, mejor que no te apuntes. Hasta las regatas domingueras se hacen así, algunas sin fecha fija. En la que hay que estar de guardia varias semanas para garantizar unas condiciones duras. Y cada vez menos gente compitiendo, claro.
El problema no es exclusivo del windsurf, hay una tendencia muy marcada a radicalizar los deportes, a jugarse la vida en cada sesión, con una lata de red bull en una mano y una go pro en el casco, pero el windsurf ha sido tal vez una de las víctimas más graves de esa tendencia.
Si lo comparamos con otra industria con muchas similitudes, como la de la bici de montaña, nos damos cuenta de las oportunidades que hemos perdido. Nunca se han dejado de fabricar y fomentar las bicicletas de niños ni de uso “fácil”. Se aprovechó el auge para, a la vez que se sacaban al mercado modelos de 10.000€, poner en las tiendas otros modelos a precios increíblemente bajos. La industria se nutre a partes iguales de ambos segmentos. Con una observación: sin bicis baratas no se venden bicis caras. No se han centrado en fabricar bicis de disciplinas extremas.
¿Por qué? Porque…
¿Por qué en las competiciones multitudinarias de bici y carreras populares se agotan las inscripciones? Porque no hay que tener un nivelazo para disfrutarlas.¿Por qué no hay apenas participación en competiciones de windsurf? Porque se han vuelto ultraespecializadas y apenas existe material polivalente. ¿Por qué no somos capaces de transmitir que el windsurf es tan divertido en La Caleta como en Hookipa, cada uno a su nivel y con el material más adecuado para ello?
Por mi parte, os puedo asegurar que el día de la foto, el 11 de agosto de 1983, ha sido mi mejor día de windsurf en estos 34 años. Del que sin duda guardo el mejor recuerdo, porque, entre otras cosas, sin ese día no hubieran sido posibles todos los que vinieron después. Ahhh, y por supuesto porque ese día nació María. Feliz cumple hermanita!
Muchas gracias Jaime, comparto al 100% tu reflexión. Si les gusta el articulo no duden en dejar un comentario y compartir!!!
Saludos y hasta la próxima!!